He aprendido mucho de la vida, sé muy bien cuanto son dos más dos, también sé que no hay que meterse donde no me llaman, que no siempre hay que ser buena, que tienes que tener ese punto de mala, ese toque de chica mala.
Y sé muy bien lo que es enamorarse, es sufrir, es llorar noche tras noche, y el único testigo de eso es la almohada o mi peluche favorito con el que me pongo hablar y a contarle mi vida como una tonta. Pero ¿y qué? Si con eso me desahogo. Ahora sé que la vida no es como cuando eres pequeño, color de rosas, cuando creces te das cuenta de que esta vida te machaca, de que no puedes quedarte ahí sufriendo por algo imposible, y sé muy bien que no siempre hay que llorar por un chico que no se merece ni que hables de él.
Y sé muy bien lo que es enamorarse, es sufrir, es llorar noche tras noche, y el único testigo de eso es la almohada o mi peluche favorito con el que me pongo hablar y a contarle mi vida como una tonta. Pero ¿y qué? Si con eso me desahogo. Ahora sé que la vida no es como cuando eres pequeño, color de rosas, cuando creces te das cuenta de que esta vida te machaca, de que no puedes quedarte ahí sufriendo por algo imposible, y sé muy bien que no siempre hay que llorar por un chico que no se merece ni que hables de él.
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