Se levantó de la cama, se miró al espejo y se sonrió a ella misma mientras se decía que ya estaba bien, que ya era hora de dejar las lágrimas para cuando haya sequía en el país. Tenía que ponerse las zapatillas que tuviesen mas tacón de su armario para poder estar más cerca del cielo y así cumplir sus sueños. No hay nadie que merezca que yo esté mal y por eso a partir de hoy empiezo a vivir la vida, pero a vivirla de buena forma, para que con los años mejore, como el vino. Pero no un vino cualquiera, sino el más caro, el más viejo y con el mejor sabor.
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