Como una caja de cerillas, todos tus miedos están ahí dentro. Cada una, con una cabeza de fósforo roja, y si de repente uno de ellos se prende, todos los demás arden inevitablemente. Así que sólo hay una forma de que la hoguera del pánico no te lleve por delante. Y es, separar las cerillas. Desgranar los miedos y apagarlos uno a uno. Porque los miedos se alimentan de lo desconocido, de la falta de verdad.
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