Por las noches te enamoras locamente del chico semiguapo que te habla de uno de tus libros favoritos porque sabes que es más fácil así que hacerlo realmente. Lo de enamorarte, digo. Te enamoras con locura, con el cuerpo lleno de ron y sabiendo que al día siguiente se te habrá pasado. Ya no habrá amor, ni chico semiguapo. Sólo resaca. De enamoramiento, chico semiguapo y ron. Pero sobre todo de ron.
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