No puedo prometerte una sonrisa cada día, al fin y al cabo soy humana y como todos tengo derecho a sentirme triste. No te prometo la felicidad eterna, sólo instantes de gran alegría compartida. Pero si puedo regalarte cada día un nuevo abrazo, puedo desearte cada día la eternidad de un nuevo día, y quiero compartir contigo todos y cada uno de los amaneceres desde mi cama. No es mucho, lo sé, pero es que yo tampoco necesito nada más... Una sonrisa en la oscuridad y estremecerme cuando pronuncies mi nombre al saludarme, una gran alegría cuando tu ilusión sea mayor que tu pecho y un beso de buenas noches cuando me veas triste.
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