Así que por fin me abandono y lo abrazo mientras seguimos besándonos. Y sus labios son suaves y de vez en cuando nuestros dientes chocan, nos echamos a reír y volvemos a empezar, ligeros, sonreímos en la penumbra y él no deja de besarme y yo por un momento, dejo de ser consciente de la situación, de dónde estamos, de lo que hacemos. Pero no me molesta... De verdad, no me molesta.
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