Si estás mal, llora, desahógate, grita, corre, vuelve a llorar si hace falta. Pero quítatelo de dentro, no te lo tragues, no te pongas esa maldita máscara que intenta reflejar felicidad, porque aunque tú no lo creas, es mucho peor. No mientas diciendo que estás bien cuando en realidad estás mal, di la verdad, ¿qué delito tiene eso?, así, quizás no estarás sola en esto. Ignora esos comentarios o actos que te pueden herir, aunque te sea difícil, esos que sólo los pueden decir personas sin sentimientos. Y, cuando puedas levantarte, sola o acompañada, te darás cuenta de que el mundo tampoco está tan mal, que también se han de recordar los buenos momentos, que seguro que son más que los malos. Aprenderás a ver que la vida, sí que vale la pena, todo vale la pena, incluso las personas crueles, si no, ¿de quién aprenderíamos a ser fuertes?, incluso lo más insignificante puede tener su valor, entonces, piensa, que la vida no está echa para malgastarla tragándote los problemas y acumularlos; la vida, está para vivirla, disfrutarla, para saltar alto, tanto, que así puedas esquivar esos malditos obstáculos, y, si caes, tranquila, si quieres vas a levantarte, no todo puede ser bueno, ¿no? No toda es dulce, también hay cosas amargas, y no pocas, pero si les pones un poco de azúcar seguro que tienen más buen sabor.
y si eso no funciona siempre queda el plan B.
y si eso no funciona siempre queda el plan B.
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